Dictado
Había una vez un pueblecito donde las calles eran muy estrechas, tan estrechas que los vecinos que vivían en una acera podían darle la mano a los vecinos de la acera de enfrente.
Para que los animales pudieran pasar por las calles sin molestar a las personas, el alcalde había dado la orden de que siempre que pasara alguien con un animal fuera diciendo en voz alta:
-''APARTENSE, POR FAVOR''. Así, la gente tendría tiempo de arrimarse a la pared.
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